
Este día en particular, considerado uno de los más trascendentales y significativos dentro del calendario litúrgico cristiano, tiene como propósito conmemorar la pasión, el inmenso sufrimiento y, finalmente, la muerte de Jesucristo en la cruz.
Este evento central constituye el núcleo fundamental de la fe cristiana y su mensaje de salvación.Entre las prácticas más arraigadas y profundamente extendidas que caracterizan esta jornada de Viernes Santo, destaca de manera prominente la abstinencia del consumo de carne roja, sustituyéndola tradicionalmente por el consumo de pescado, una costumbre que se ha transmitido de generación en generación.
La tradición de evitar el consumo de carne roja durante este día se basa en un profundo simbolismo ligado al sacrificio. El Viernes Santo es un día dedicado a recordar con solemnidad el inmenso sufrimiento padecido por Cristo, y por lo tanto, la renuncia a ciertos alimentos considerados más suntuosos representa un acto de humildad personal, una expresión de solidaridad con el dolor ajeno y una manifestación tangible de devoción religiosa.
La carne roja, históricamente asociada con la idea de lujo, la abundancia y la celebración festiva, se excluye deliberadamente del menú en esta fecha tan señalada como una señal de respeto reverencial y como una forma de penitencia voluntaria, buscando conectar con el espíritu de sacrificio.La Iglesia Católica, durante siglos, ha mantenido y respetado esta norma con gran firmeza, y la recomienda especialmente para su observancia no solo durante el Viernes Santo, sino también en todos los viernes que conforman el periodo de Cuaresma, así como en el Miércoles de Ceniza, marcando un tiempo de reflexión y preparación espiritual.
Sin embargo, es importante destacar que las prácticas alimentarias pueden experimentar variaciones dependiendo de diversos factores, como la región geográfica específica, las costumbres arraigadas en cada familia y la interpretación local de la norma eclesiástica, dando lugar a una diversidad de expresiones dentro de la tradición.Por qué sí se puede comer pescado o pollo el Viernes Santo.
El pescado y el pollo se consideran generalmente aceptables para el consumo durante este período de recogimiento y penitencia. En diversas regiones de América Latina, por ejemplo, el consumo de pollo durante la Semana Santa se ha integrado como una opción válida y permitida, debido a que no se considera tradicionalmente como carne roja en el mismo sentido que la carne de res o de cerdo.
Platos tradicionales y reconfortantes como el pollo al horno, el arroz con pollo, preparado con diferentes variaciones locales, o la clásica sopa de pollo, un alimento nutritivo y reconfortante, forman parte integral de las comidas familiares durante esta época del año.
El pescado, por su parte, ocupa un lugar central y privilegiado en la mesa de Semana Santa, siendo un alimento ampliamente consumido y valorado.
Es habitual que las familias preparen una variedad de platos a base de pescado, como las empanadas de vigilia, rellenas de atún u otros ingredientes, los tomates rellenos de atún, las rabas o calamares fritos, diversos tipos de mariscos, la paella, un plato de arroz con mariscos y carne de ave, las milanesas de merluza, la trucha a la plancha, preparada de manera sencilla para resaltar su sabor natural, el salmón ahumado, un manjar apreciado por su sabor intenso, y pastas con salsas elaboradas sin carne, utilizando verduras, mariscos o pescado en su lugar.
Estas recetas combinan la tradición culinaria con el sabor, sin alejarse del espíritu de recogimiento, reflexión y moderación que propone esta jornada.En cambio, el pescado sí fue tradicionalmente permitido debido a que no se le veía como una carne “caliente” o lujosa, sino más bien como un alimento humilde, ligado al sacrificio y a la vida sencilla que llevaban los apóstoles, muchos de los cuales eran pescadores y dependían del mar para su sustento diario.
Este día, uno de los más significativos del calendario litúrgico cristiano, conmemora la pasión y muerte de Jesucristo en la cruz, acto central de la fe cristiana.
Entre las prácticas más arraigadas en esta jornada se encuentra la abstinencia de carne roja y su reemplazo por pescado.
La tradición de no comer carne roja se basa en el simbolismo del sacrificio: el Viernes Santo es un día donde se recuerda el sufrimiento de Cristo, por lo que la renuncia a ciertos alimentos representa un acto de humildad, solidaridad y devoción.
La carne roja, históricamente asociada al lujo y la celebración, se excluye del menú en señal de respeto y penitencia.
La Iglesia Católica respetó esta norma durante siglos y la recomienda especialmente los viernes de Cuaresma, el Miércoles de Ceniza y el propio Viernes Santo. Sin embargo, las prácticas alimentarias pueden variar según la región, las costumbres familiares y la interpretación local de la norma eclesiástica.
Por qué sí se puede comer pescado o pollo el Viernes Santo