Radio Norte

Catriel

Un homenaje al arte, la dedicación y la huella que perdura

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La danza española no es solo movimiento: es identidad, es memoria y es un latido que se hereda. Desde nuestros inicios, hemos mantenido vivo ese espíritu que cruza fronteras y toca el alma, sosteniendo una trayectoria construida con respeto, dedicación y un amor inquebrantable por este arte.

Cada paso, cada taconeo y cada vuelo de mantón guarda una historia. Son años de ensayos, de escenarios compartidos, de maestros que dejaron huella y de nuevas generaciones que toman la posta con orgullo. La danza española es tradición, pero también es presente: es la emoción que se enciende cuando suenan las castañuelas, es la fuerza que nace desde adentro y se transforma en expresión pura.

Hablar de Plácida Ruiz es hablar de entrega, de pasión y de un amor incondicional por la danza. Su nombre se ha convertido en sinónimo de disciplina, sensibilidad y un profundo respeto por el arte que abrazó toda su vida. No solo formó bailarinas y bailarines: formó personas, sembró valores y dejó marcada una manera de sentir la danza que trasciende generaciones.

En cada clase, en cada gesto y en cada presentación, Plácida enseñó que bailar no es solo mover el cuerpo, sino contar una historia, honrar una tradición y expresar lo más profundo del alma. Con su temple, su calidez y su mirada siempre luminosa, logró que cientos de jóvenes encontraran un espacio donde crecer, crear y descubrirse.

Hoy, la ciudad de Catriel le rinde tributo a esa trayectoria inmensa, a ese legado que sigue vivo en cada escenario y en cada corazón que ella tocó. Nombrar el escenario del Centro Cultural como “Profesora Plácida Ruiz” es un acto de justicia y de cariño; es reconocer que su huella no se borra, que su voz sigue guiando y que su espíritu continúa inspirando a nuestra comunidad.

Este homenaje es más que un acto simbólico:
es un abrazo colectivo a una mujer que dedicó su vida a elevar la cultura, a compartir su arte y a enseñar que la danza es también un modo de vivir.

Gracias, querida Plácida, por tanto.
Por tu legado artístico, por tu nobleza y por la luz que dejaste encendida para siempre.

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